“Toda mi vida estuve acá", cuenta con orgullo, "y siempre quise quedarme acá, en las tierras que me había dejado mi madre. Pero desde chiquita supe que yo iba a ser diferente a mis otros cinco hermanos que trabajan en la mina o en la administración pública. Yo soñé, desde que era niña, con tener algo de mí misma”.
Un día de verano, hace algún tiempo, mientras paseaba en el campo cuidando a los animales, se detuvo a refrescarse con el agua del manantial que pasa cerca de su casa. Y se le encendió la lamparita… “Voy a aprovechar lo que yo tengo y otros no. Esa burbuja de agua que parece salir del cielo, la voy a vender”.
Y así, empezó la aventura
Todos los días caminaba 8 Km para llegar al pueblo y engancharse a internet. Investigó. Estudió qué posibilidades tenía el agua. Buscó ingenieros y bioquímicos que le ayudaran a analizarla, y con los resultados positivos, viajó hasta Casa de Gobierno para pedir ayuda. “Toqué todas las puertas que puedas imaginarte, hasta la del Gobernador, para decirle: yo tengo un proyecto. Yo quiero embotellar el agua del manantial y necesito dinero".
Finalmente, terminé presentando los requisitos para que me otorgaran el crédito en la Microempresa
Odilia nunca barajó la posibilidad de abandonar su idea, a pesar de que al principio todo eran trabas. Prometió no darse por vencida para cumplir su sueño. “Cuando parecía que todo era imposible, alguna de mis tres hijas venía del colegio entusiasmada con un diez. Y entonces, yo pensaba: voy a construir algo para que ellas puedan hacer lo que yo no: ESTUDIAR UNA CARRERA UNIVERSITARIA.”
Nunca se planteó si era un ejemplo para su pueblo y su gente. Simplemente se puso a hacer, a trabajar, a poner en práctica lo que tanto había soñado… “Al principio me imaginaba un proyecto chiquito y de repente, con el paso de los días y con la ayuda de profesionales y de mi familia, se hizo muy grande”, explica alegre Odilia.
“Yo nunca quise vivir de un plan"
"Hay tantas ideas perdidas por ahí… y es una pena que se olviden por miedo a caerse, a fallar… Quizás me equivoque pero estoy segura que me levantaré de nuevo. De eso se trata la vida… de caerse y volver a empezar”.
¿Lo más bonito de toda esta aventura? Ver cómo me miran con mucho orgullo mis hijas cuando les cuento que, en mayo, el agua del manantial del cerro Granada estará a la venta.
"¿Lo más bonito de toda esta aventura? Ver cómo me miran con mucho orgullo"